La continuidad y sucesión en las Empresas Familiares, grandes o pequeñas, terminan en muchas ocasiones en pleito cuando los socios llegan a la segunda y/o tercera generación, la familia es más extensa y la elección del sucesor debe realizarse entre generaciones de distintas ramas y con otra formación y motivación.
El problema de mayorías y representatividad de las diferentes ramas familiares en la junta, en el consejo de administración o en los comités de dirección; la transmisibilidad de las acciones, el acceso a un puesto de trabajo, el modelo de gobierno y los préstamos concedidos a familiares, provocan muchas veces enfrentamientos familiares que derivan en pleitos, en enfados irreconciliables y, consecuentemente, en una disminución de la productividad de la compañía que, en casos extremos, puede terminar en el cierre del negocio familiar.
Con el fin de prevenir estos problemas que empiezan en la familia y terminan afectando a la continuidad de la empresa, es recomendable crear un protocolo familiar o un pacto de socios, donde se acuerden y se plasmen entre todos los grupos familiares, aspectos tan relevantes como los procesos de acceso de la familia a un puesto en la empresa, mecanismos para mantener la propiedad de las acciones en manos de la familia y las normas para establecer y regular las mayorías y equilibrar la presencia de distintas ramas familiares en los órganos de dirección y en los consejos de familia.
Es imprescindible, que una empresa gestionada por una segunda generación de “hermanos” sea capaz de dejarla en manos de una tercera generación de “primos” de una forma ordenada y consensuada de acuerdo a los valores familiares, pero también mediante una gestión profesional de la compañía.
Existen ayudas de entes como la SPRI a las Pequeñas y Medianas Empresas de cualquier sector de actividad, para que puedan contratar un consultor externo o abogado experto en la materia, y planificar de forma adecuada el proceso de sucesión.